Bípedo Contemplativo

Fantasías

“¿No voy más bien a adelantar los brazos hacia el fantasma de una sombra?” Francois-Paul Alibert.


No todo estaba perdido para Diego Bernal. Aunque confinado en el otoño amarillo de su viudez, gustaba de su soledad, sumida su alma en el mundo de nostalgias del pasado y abierta a todo lo nuevo que aún pudiera ofrecerle la vida.

Se había formado un reducto campestre en la antigua heredad de familia. Amaba el campo sobre todas las cosas, y mientras en él tuviera paz, luminosidad de sol, cielo abierto y azul, se sentiría siempre feliz y tranquilo. A su alrededor, las perspectivas de variados paisajes y dilatados horizontes llevaban su espíritu, en dulce vuelo, hacia éxtasis interiores. En esta paz serena y contemplativa, le sorprendió una mañana de septiembre su amigo Humberto Morales, que no dejaba de visitarle de cuando en cuando.

-¿Tú por aquí? ¡Vaya! ¿Qué nuevas me traes?

-Nada que no sea las vísperas de la feria en la ciudad; la gran feria austral. Y a propósito, hay cosas interesantes. Por esto he venido a verte y a llevarte, quieras o no.

-¿Qué cosas? Será lo de siempre. Calles con ríos de gentes venidas de todos los puntos. ¿Y qué…? Nada más que tumulto, polvo, suciedad, chucherías y chihuahuas.

-No; me gusta estar contigo, repuso Humberto; buscar la forma de que te distraigas. Ya verás! Vas a admirar en esta vez bonitas guambras en el desfile de modas. Veremos exposiciones. Tantas cosas más.

Abajo, el rumor del río llamaba a la contemplación del valle. Humberto no pudo sustraerse a esta sugestión. Abandonando las palabras, tornóse a contemplar y… Oh!, la vista del paisaje –dijo-.

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Itinerario de pasiones

(I) Perfil de ilusión

Julián Morel y Alberto Silva, dos amigos íntimos, jugaron con el amor en sus años mozos, echando suertes a la felicidad o a la malaventura. Estos dos novicios de la existencia fueron dando forma a sus episodios para lo fugaz, el uno, y para la vida entera, el otro, en su paso por la adolescencia. ¿Quién escapa a este juego naciente, en la edad temprana? Para unos, lo que se llama amor, tiene engañoso aroma de ilusión, en deletérea aventura pasajera, en tanto que para otros es una emboscada seria, en la que quedan definitivamente atrapados.

Morel era un muchacho que no servía para nada, pero que tenía sangre dulce para hacerse de amigos. Alegre, bromista, cordial, era el tipo que atraía, que caía bien. Gastaba el tiempo en pasear, vagando con los amigos y galanteando a las chicas que se hallaban al paso. Su amigo Silva estudiaba, era de natural serio, adentrado en sí mismo, de temperamento apasionado que odiaba las veleidades. Ambos tenían amistad con las muchachas de dos familias próximas, simpáticas primas que vivían en casas juntas que se tocaban. La bella Alicia había llegado a impresionar hondamente a Julián Morel. De otro lado, la morena Isolda constituía la ardorosa atracción de Alberto Silva.

Para Julián, esa amistad, que era amor sentido, no pasaba de la búsqueda de diarias oportunidades para ofrendar, a distancia, miradas furtivas a la encantadora Alicia, blanca, musical, pues solía entonar dulces y sentimentales canciones. Nunca había logrado entrar a fondo en el trato con la chica a quien Morel amaba secretamente. Se contentaba con darle innúmeros pases por el frente de la casa, y parece que nunca encontró suficiente resolución para declararle formalmente lo que sentía por ella.

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Memoria & Invierno frío

Memoria

¿Quién transita mis antiguos pasos,
si ellos me han abandonado
y ya no son míos ni de nadie, peor de todos?
¿Recordaré algún día las lágrimas unidas
al cauce inseparable de dos ríos en su encuentro?
¿Olvidaré estas palabras escritas
para retratar a mis amigos,
devolverme a las aulas que me acogieron
y renegar de los antros donde me corrompí?
¿De qué sirve una memoria llena
de segundos, minutos y horas?
¿Podré tal vez ser el dueño
de un calendario poblado de días, meses y años?
Escudriñar en los instantes que me han hecho,
los senderos que he andado,
los surcos que he labrado
mis trágicos amores,
ya no es digno de una memoria avara.
Solamente quiero ser ilusión e imaginación,
ideas grandes y hechos pequeños
que no necesiten contarse,
como las volutas que forma el viento
con el humo del tabaco.
Que mi memoria esté repleta de sueños
nunca ajados en el suelo,
es hoy mi deseo para el resto de mi tiempo,
de mis momentos anclados en mi puerto.

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A la mar salobre & Renacimiento

A la mar salobre

Quisiera mirar la mar
con los ojos de aquellos poetas
que no intentaron explicarla,
puesto que es imposible encerrar la belleza
en un concepto humano.

¿Cómo definirte salobre masa inmensa?
Mar del pescador que saborea tu riqueza,
mar del marino que con miedo se adentra en tus secretos,
mar del comerciante que une a las orillas de los océanos,
mar del buzo que extrae perlas y destruye tus riquezas
mar de los almirantes que te hacen campo de batalla.
Desde la playa, mar salobre,
eres el absoluto todo
en el que se hunde Dios todos los días.
Indago e interrogo si las olas arrojarán
a mis plantas, en un remoto mañana,
una lámpara encantada
de la que surgirá el genio
que me permita descubrirte,
en un silencio de Conrad,
como delfín, como orca, como salmón,
como tintorera, como habitante de tus hondas.
Tal cual hombre, desearía ser un niño náufrago
o un pirata bueno que conozca todos tus refugios;
mar de Salgari, mar de Julio Verne:
de todos los hombres honestos.

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María Mujer

I

Duerme, duerme, duerme… por fin, duerme.
Ya no es el sueño del niño que tranquilamente arrullabas en tus brazos,
Ya no es el sueño del hombre cuya frente cansada acariciaste.
Ya no es el sueño en que se sume la lóbrega eternidad de los apóstatas,
ya no es el sueño al que vagamente aspiran y encadenan a la tierra
/los desesperados.
Duerme, duerme, duerme… por fin, duerme.

II

Todo parece consumado, un injusto monumento se ha levantado por los hombres.
Estas triste, estas en el dolor de la terrible arquitectura de la cruz.
Estas triste, estas en todos los latigazos que vejaron su piel.
Estas triste, estas en la punta de la lanza que lo hirió.
Estas triste, estas en el ocaso que rodea la tragedia.
Todo parece consumado, no hay consuelo para ti, tu hermana, Juan y la
/Magdalena, sus últimos testigos.

III

¿Cómo no hubieras querido verlo de nuevo en el humilde pesebre?
¿Cómo no desearías otra vez la noche fría de Belén?
Sabías que sufrirías, pero más amaste que sufriste.
Sabías que llorarías, pero tuviste el momento de tu íntima alegría.
¿Cómo soportas los helados hierros que colocamos en tu corazón
/todos los días?
¿Cómo lo sigues anunciando si tu fuiste su nacer y su morir?

IV

Si divinizaste al hombre, preferiste ser la fiel compañera de José.
Mujer, cultivaste la apertura de la conciliación.
Mujer, vertiste siempre comprensión.
Mujer, enseñaste el lenguaje de la complementariedad.
Mujer, alejaste el fantasma de la muerte con la bondad.
Si divinizaste al hombre, elegiste el feliz sino de ser artesana de ilusiones.

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Fraternidad & Cronos

Fraternidad

El revolotear de las aves
y los pájaros
es también el vuelo de los halcones
y las águilas.

Luna y sol,
morena y macarena,
luz y oro,
mis hermanas modelaron mis alas.

Ellas olvidaron al Icaro fracasado
y le dieron compañía al Icaro triunfante:
vida pequeña bondadosamente maliciosa,
ira y alegría plagadas de virtud.

Moradoras del porvenir
en las alturas de los Andes
encontrarán al nido de los cóndores,
vencedores del viento huracanado.

Comerán de sus picos
el sueño de la Libertad.

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