Bípedo Contemplativo

Memoria & Invierno frío

Memoria

¿Quién transita mis antiguos pasos,
si ellos me han abandonado
y ya no son míos ni de nadie, peor de todos?
¿Recordaré algún día las lágrimas unidas
al cauce inseparable de dos ríos en su encuentro?
¿Olvidaré estas palabras escritas
para retratar a mis amigos,
devolverme a las aulas que me acogieron
y renegar de los antros donde me corrompí?
¿De qué sirve una memoria llena
de segundos, minutos y horas?
¿Podré tal vez ser el dueño
de un calendario poblado de días, meses y años?
Escudriñar en los instantes que me han hecho,
los senderos que he andado,
los surcos que he labrado
mis trágicos amores,
ya no es digno de una memoria avara.
Solamente quiero ser ilusión e imaginación,
ideas grandes y hechos pequeños
que no necesiten contarse,
como las volutas que forma el viento
con el humo del tabaco.
Que mi memoria esté repleta de sueños
nunca ajados en el suelo,
es hoy mi deseo para el resto de mi tiempo,
de mis momentos anclados en mi puerto.

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A la mar salobre & Renacimiento

A la mar salobre

Quisiera mirar la mar
con los ojos de aquellos poetas
que no intentaron explicarla,
puesto que es imposible encerrar la belleza
en un concepto humano.

¿Cómo definirte salobre masa inmensa?
Mar del pescador que saborea tu riqueza,
mar del marino que con miedo se adentra en tus secretos,
mar del comerciante que une a las orillas de los océanos,
mar del buzo que extrae perlas y destruye tus riquezas
mar de los almirantes que te hacen campo de batalla.
Desde la playa, mar salobre,
eres el absoluto todo
en el que se hunde Dios todos los días.
Indago e interrogo si las olas arrojarán
a mis plantas, en un remoto mañana,
una lámpara encantada
de la que surgirá el genio
que me permita descubrirte,
en un silencio de Conrad,
como delfín, como orca, como salmón,
como tintorera, como habitante de tus hondas.
Tal cual hombre, desearía ser un niño náufrago
o un pirata bueno que conozca todos tus refugios;
mar de Salgari, mar de Julio Verne:
de todos los hombres honestos.

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María Mujer

I

Duerme, duerme, duerme… por fin, duerme.
Ya no es el sueño del niño que tranquilamente arrullabas en tus brazos,
Ya no es el sueño del hombre cuya frente cansada acariciaste.
Ya no es el sueño en que se sume la lóbrega eternidad de los apóstatas,
ya no es el sueño al que vagamente aspiran y encadenan a la tierra
/los desesperados.
Duerme, duerme, duerme… por fin, duerme.

II

Todo parece consumado, un injusto monumento se ha levantado por los hombres.
Estas triste, estas en el dolor de la terrible arquitectura de la cruz.
Estas triste, estas en todos los latigazos que vejaron su piel.
Estas triste, estas en la punta de la lanza que lo hirió.
Estas triste, estas en el ocaso que rodea la tragedia.
Todo parece consumado, no hay consuelo para ti, tu hermana, Juan y la
/Magdalena, sus últimos testigos.

III

¿Cómo no hubieras querido verlo de nuevo en el humilde pesebre?
¿Cómo no desearías otra vez la noche fría de Belén?
Sabías que sufrirías, pero más amaste que sufriste.
Sabías que llorarías, pero tuviste el momento de tu íntima alegría.
¿Cómo soportas los helados hierros que colocamos en tu corazón
/todos los días?
¿Cómo lo sigues anunciando si tu fuiste su nacer y su morir?

IV

Si divinizaste al hombre, preferiste ser la fiel compañera de José.
Mujer, cultivaste la apertura de la conciliación.
Mujer, vertiste siempre comprensión.
Mujer, enseñaste el lenguaje de la complementariedad.
Mujer, alejaste el fantasma de la muerte con la bondad.
Si divinizaste al hombre, elegiste el feliz sino de ser artesana de ilusiones.

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Fraternidad & Cronos

Fraternidad

El revolotear de las aves
y los pájaros
es también el vuelo de los halcones
y las águilas.

Luna y sol,
morena y macarena,
luz y oro,
mis hermanas modelaron mis alas.

Ellas olvidaron al Icaro fracasado
y le dieron compañía al Icaro triunfante:
vida pequeña bondadosamente maliciosa,
ira y alegría plagadas de virtud.

Moradoras del porvenir
en las alturas de los Andes
encontrarán al nido de los cóndores,
vencedores del viento huracanado.

Comerán de sus picos
el sueño de la Libertad.

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Día

La tarde huele a tarde
y vas conmigo por la tarde,
consuelo de las horas sombrías
me conduces a la noche,
noche que sabrá a noche
y nos acercará a la eternidad
de la alegre madrugada,
madrugada que beberemos como madrugada,
presagio del dorado amanecer,
amanecer que veremos amanecer
sin recato ni inocencia, sin ruborizarnos,
para embarcarnos en la mañana,
mañana que viviremos como mañana
plagada de futuro y utopías,
en las que habitaremos esperando el medio día.


Cueva de Los Tayos

¿Llegará el día del encuentro
entre el águila y el jaguar?
El océano verde añora la esperanza
de recorrer con el hombre
los túneles vacíos que invitan al vuelo
y esconden la presa del felino.
Realidad desbordada en el universo del mito,
donde posibilidades infinitas
laboran los inimaginables sueños
que brotan de la chicha y la ayahuasca;
anidando la libertad de viejos dioses,
entre las liturgias olvidadas del Chamán,
incapaz, hoy, de purificar las tierras
manchadas por el origen de todas las hogueras
y el viento de arenas negras,
precursor del desierto creado
por nuestra conciencia sin voz
y el amado interés.