Bípedo Contemplativo

Memoria

¿Quién transita mis antiguos pasos,
si ellos me han abandonado
y ya no son míos ni de nadie, peor de todos?
¿Recordaré algún día las lágrimas unidas
al cauce inseparable de dos ríos en su encuentro?
¿Olvidaré estas palabras escritas
para retratar a mis amigos,
devolverme a las aulas que me acogieron
y renegar de los antros donde me corrompí?
¿De qué sirve una memoria llena
de segundos, minutos y horas?
¿Podré tal vez ser el dueño
de un calendario poblado de días, meses y años?
Escudriñar en los instantes que me han hecho,
los senderos que he andado,
los surcos que he labrado
mis trágicos amores,
ya no es digno de una memoria avara.
Solamente quiero ser ilusión e imaginación,
ideas grandes y hechos pequeños
que no necesiten contarse,
como las volutas que forma el viento
con el humo del tabaco.
Que mi memoria esté repleta de sueños
nunca ajados en el suelo,
es hoy mi deseo para el resto de mi tiempo,
de mis momentos anclados en mi puerto.

Invierno frío

Invierno, propietario del frío,
no hagas languidecer el espíritu;
que tu viento sea el mensajero
de los besos de corazones alegres.
Invierno, capitán de glaciares fríos,
apaga las lenguas de fuego
con las que el odio incendia la Tierra
y envenena las palabras de los hombres.

Invierno, portador de la niebla fría,
no ocultes el paisaje que maltratamos,
hazlo añorar por los seres buenos,
devuélvele su verdor cuando pases.

Invierno, origen de las calles frías,
enciende leños en todas las casas,
permite que el calor alegre las almas
de los hogares tristes.

Invierno, inclemente dueño del frío,
no castigues al pobre,
enséñale el camino del cielo azul,
edúcalo para que comparta la energía de los astros lejanos.

Invierno, manantial de la lluvia fría,
alimenta los campos del agricultor,
da luz a la semilla del trabajador,
instruye a su esperanza para que coseche y duerma.